AUXILIANDO BAJO LA LLUVIA


Una noche, a las 11:30 p.m., una mujer afro-americana, de edad avanzada estaba parada en el hombrillo de una autopista de Alabama, tratando de soportar una fuerte tormenta. Su vehículo se había descompuesto y ella necesitaba desesperadamente que la llevaran.

Toda mojada, ella decidió detener el próximo vehículo que se aproximara. Un joven blanco se detuvo a ayudarla, a pesar de todo los conflictos que habían ocurrido durante los 60.

El joven la llevó a un lugar seguro, la ayudó a obtener asistencia y la puso en un taxi.

Ella parecía estar bastante apurada. Ella anotó la dirección del joven, le agradeció enormemente y se fue.

Siete días pasaron, cuando tocaron la puerta de su casa. Para su sorpresa, un televisor pantalla gigante a color le fue entregado por correo a su casa. Tenía una nota especial adjunta al paquete. Esta decía: Muchísimas gracias por ayudarme en la autopista la otra noche. La lluvia anegó no solo mi ropa sino mi espíritu. Entonces apareció usted. Gracias a usted, pude llegar al lado de la cama de mi marido agonizante, justo antes de que muriera. Dios lo bendiga por ayudarme y por servir a otros desinteresadamente.

Sinceramente, La Señora de Nat King Cole.

SIEMPRE RECUERDA A AQUELLOS A QUIENES SIRVES


En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró en un establecimiento y se sentó en una mesa. La mesera puso un vaso de agua en frente de él. ¿Cuánto cuesta un helado con chocolate y maní? preguntó el niño. Cincuenta centavos, respondió la mesera. El niño sacó su mano de su bolsillo y examinó un número de monedas.

¿Cuánto cuesta un helado solo? , volvió a preguntar.

Algunas personas estaban esperando por una mesa y la mesera ya estaba un poco impaciente.

Treinta y cinco centavos dijo ella bruscamente. El niño volvió a contar las monedas. Quiero el helado solo, dijo el niño. La mesera le trajo el helado, y puso la cuenta en la mesa y se fue.

El niño terminó el helado, pagó en la caja y se fue.

Cuando la mesera volvió, ella empezó a limpiar la mesa y entonces le costó tragar con lo que vió.

Alli, puesto ordenadamente junto al plato vacío, había veinticinco centavos..... su propina.

LA PREGUNTA MÁS IMPORTANTE



Durante mi segundo semestre en la escuela de enfermería, nuestro profesor nos dió un examen sorpresa. Yo era un estudiante consciente y leí rápidamente todas las preguntas, hasta que leí la última:

Cuál es el primer nombre de la mujer que limpia la escuela?

Seguramente esto era algun tipo de broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Ella era alta, cabello oscuro, como de cincuenta años, pero como iba yo a saber su nombre?.

Entregué mi examen, dejando la última pregunta en blanco. Antes de que terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaría para la nota del examen.

Absolutamente dijo el profesor. En sus carreras ustedes conocerán muchas personas. Todas son ignificantes.

Ellos merecen su atención y cuidado, aún solo si ustedes les sonríen y dicen Hola!

Yo nunca olvidé esa lección. También aprendí que su nombre era Dorothy.

DONANDO SANGRE


Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un Hospital de Stanford, conocí a una niñita llamada Liz quien sufría de una extraña enfermedad. Su única chance de recuperarse aparentemente era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien habia sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado anticuerpos necesarios para combatir la enfermedad. El doctor explicó la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana.

Yo lo ví dudar por solo un momento antes de tomar un gran suspiro y decir :

Sí, yo lo haré, si eso salva a Liz.

Mientras la transfusión continuaba, él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana, y sonriente mientras nosotros lo asistíamos a él y a su hermana, viendo retornar el color a las mejillas de la niña.

Entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. El miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa ¿Empezaré a morirme enseguida?

Siendo solo un niño, éste no había comprendido al doctor; él pensaba que le daría toda su sangre a su hermana. Y aún así se la daba.

LOS OBSTÁCULOS EN NUESTRO CAMINO


Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino.

Entonces se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda roca. Algunos de los comerciantes mas adinerados del rey y cortesanos vinieron y simplemente lo dieron una vuelta. Muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para sacar la piedra grande del camino.

Entonces un campesino vino, y llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a la roca, el campesino puso su carga en el piso y trato de mover la roca a un lado del camino.

Después de empujar y fatigarse mucho, el lo logró. Mientras recogía su carga de vegetales, el notó una cartera en el piso, justo donde había estado la roca. La roca contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que removiera la piedra del camino.

El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron. Cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar la condición de uno.