EL ASTRÓNOMO


Tenía un astrónomo la costumbre de pasear todas las noches estudiando los astros. Un día que vagaba por las afueras de la ciudad, absorto en la contemplación del cielo, cayó inopinadamente en un pozo. Estando lamentándose y dando voces, acertó a pasar un hombre, que oyendo sus lamentos se le acercó para saber su motivo; enterado de lo sucedido, dijo:

-¡Amigo mío! ¿quieres ver lo que hay en el cielo y no ves lo que hay en la tierra?

Moraleja:

Está bien mirar y conocer a nuestro alrededor, pero antes hay que saber donde se está parado.

LA ROSA Y EL SAPO


Había una vez una rosa roja muy hermosa y bella. Que maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos.

Un día se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordeno al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Esta bien, si así lo quieres. Poco tiempo después el sapo paso por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces: Vaya que te ves muy mal. ¿Que te paso? La rosa contesto Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual. El sapo solo contesto, Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.

Moraleja:

Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, mas bellos o simplemente que no nos "sirven" para nada.. Dios no hace a nadie para que este sobrando en este mundo, todos tenemos algo especial que hacer, algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera estemos conscientes.

EL HOMBRE Y LA ZORRA



Había un hombre que odiaba a una zorra porque le ocasionaba algunos daños ocasionalmente.

Después de mucho intentarlo, pudo al fin agarrarla, y buscando vengarse de ella, le ató a la cola una mecha empapada en aceite y le prendió fuego, entonces la dejo correr sabiendo que el fuego consumiría a la pobre zorra.

En eso la zorra salió corriendo con una gran velocidad, pasando por los cultivos del hombre y pudiendo llegar a un río y salvarse.

Era la época en que ya se estaba listo para la recolección del producto y el labrador siguiendo a la zorra, contempló llorando, cómo al pasar ella por sus campos, se quemaba toda su producción.

Moraleja
Procura ser comprensivo e indulgente, pues siempre sucede que el mal que generamos, tarde o temprano se regresa en contra nuestra.