Vivir el Presente

 Vivir el Presente

Vivir el presente

Vivir el presente. Alberto siempre ha sido un pequeño muy avispado. La mayoría de la gente lo adoraba: sus maestros, sus amigos y su familia, solo que poseía una debilidad. ¿Cuál sería?

Le costaba una enormidad vivir el momento. Jamás logró aprender a deleitarse de todas las cosas que le ofrecía la vida. Si se encontraba jugando, su sueño era las vacaciones de verano. En el momento en que permanecía en la escuela, su sueño era estar jugueteando afuera. Alberto permanecía la mayor parte del día imaginando cosas, sin darse cuenta que el tiempo pasaba y así no disfrutaba de las situaciones especiales que le ofrecía su día a día. Cierta mañana, Alberto caminaba por un monte muy cerca de su hogar. Después de un lapso, tomó la decisión de asentarse a reposar sobre el pasto donde finalmente se quedó adormecido. Luego de algunos minutos de profundo sueño, escuchó gritar a alguien, que, con voz aguda decía su nombre. Él abrió sus ojos y quedó sorprendido al encontrar a su lado una mujer de pie. Sus blancos cabellos caían sobre su espalda como la nieve. La mujer levantó su mano arrugada donde alojaba una pelota mágica pequeña que en su centro poseía un agujero del que pendía un largo hilo de oro. Vivir el presente

Esta mujer le expresó: “Alberto, este hilo que ves aquí es el hilo de tu vida. Cuando jalas un poco de él, en cuestión de segundos una hora pasará. Y si jalas con más fuerza aún, meses o años pasarán en cuestión de días” Alberto se encontraba muy incitado por tal revelación. “¿Usted podrá dejarme la pelota?”. La mujer se la cedió.

En clase, al siguiente día, Alberto se percataba aburrido e inquieto. Al momento se acordó de su juguete nuevo. Tiró un poco del hilo dorado y se halló jugando en el jardín de su casa. Sorprendido de la magia del hilo dorado, rápidamente se fastidió de ser un escolar y ambicionó ser muchacho, especulando sobre la excitación que podía traer con ella esta etapa de su vida. Por lo tanto volvió a jalar una vez más del dorado hilo. Vivir el presente

De repente, era ya un muchacho y poseía una hermosa amiga de nombre Marina. Sin embargo Alberto no se sentía satisfecho. No poseía el aprendizaje de lograr deleitar el presente y a explorar la magia de cada fase de su vida. Por lo tanto volvió a sacar la pelota y nuevamente jaló del hilo, y en un solo instante muchos años pasaron. En el momento se vio convertido en un adulto hombre. Alberto se encontraba rodeado de hijos que había engendrado con Marina que ahora ya era su esposa. Su cabello ya había comenzado a pintar canas. Y su mamá, a la que tanto quería, se había vuelto frágil y vieja. No obstante él continuaba sin lograr vivir el momento. Asimismo una vez más volvió a tirar del hilo quedándose a la espera de que se produjeran los nuevos cambios.

Alberto pudo comprobar que ahora ya tenía noventa años. Su cabello negro ahora se había vuelto blanco y su bonita mujer, también vieja, unos años atrás había dejado de existir. Se habían hecho mayores ya sus hijos iniciando sus propias vidas lejos de su hogar. Para Alberto esta fue su primera vez en la que pudo comprender que no supo deleitarse de las maravillas de la vida. Pasó a prisa por todos los momentos de su vida sin detenerse a observar todo lo lindo que se encontraba en el camino. Vivir el presente

A Alberto le vino mucha tristeza y se fue al bosque donde sabía ir cuando era niño a pasear para disipar sus pensamientos y calmar su ánimo. A medida que iba adentrándose en el monte, se percató que los pequeños arbolitos que él había visto en su infancia ahora ya eran imponentes robles, todo se había transformado en un natural paraíso. Luego se acostó sobre el pasto y se quedó totalmente dormido. Pasado un minuto, escuchó una voz que lo llamaba. Abrió sus ojos y vio a la viejita que cuando él era pequeño le regalo el mágico hilo. “¿Te has deleitado con mi obsequio?”, preguntó la anciana. Alberto no titubeó al contestar: “En un principio fue bastante entretenido sin embargo en estos momentos a esa pelota la odio. Toda mi vida se me ha pasado sin que me diese cuenta, sin lograr degustarla. Hubo muchos momentos tristes y otros maravillosos, aunque no he podido experimentar ninguna de esas dos situaciones. Por dentro siento un vacío inmenso. Se me ha escurrido el don de mi vivir. “Creo que eres un ingrato, no obstante de igual manera te otorgaré un último deseo”, le expresó la viejita. Alberto meditó un momento y manifestó: “Pretendería regresar a mi niñez y volver nuevamente a vivir la vida”. Luego de esto volvió a quedarse dormido. Vivir el presente

“Alberto nuevamente escuchó una voz que lo nombraba y en ese momento abrió sus ojos. ¿Ahora quién puede ser? se indagó. De pronto, muy sorprendido, vio a su mamá parada a su lado. Su aspecto era de una persona joven, radiante y saludable. Alberto entendió que esa anciana extraña del monte le concedió su aspiración de regresar a ser niño otra vez. Alberto dio un brinco desde su cama y comenzó a vivir la vida de manera tal como había ansiado. Tuvo la oportunidad de conocer muchas alegrías, momentos buenos y como así también triunfos, pero todo eso comenzó una vez que se decidió a no sacrificar su presente por su futuro y empezar a vivir su vida hoy.


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